domingo, 22 de febrero de 2009

De mudanza

A la multitud embravecida que lee con ansia mis andadas, es decir, a los tres o dos que me seguís: agarrad las maletas y veníos a mi casita nueva, que la vieja se me queda justa para el bloc de notas. Tened en cuenta que todavía tengo las cajas de la mudanza cerrada; vamos, que iréis viendo cambios en la decoración. Hala, hala, a seguir leyendo.


lunes, 16 de febrero de 2009

Si es que no pueden con la espada...

Volviendo a mis batallitas de juventud, me vienen a la cabeza algunos recuerdos de mi época pro. Yo solo era una épica 70 más, y en realidad no sé si se me podía considerar una pro auténtica o no, pero me recuerdo delante de rocas de encuentro esperando a compañeros de banda durante horas, haciendo mazmorras de banda a diario sin la certeza de estar disfrutándolo, y sobretodo me recuerdo metida en la vorágine del "yo me merezco más ese objeto" y el "hay que avanzar".

El caso es que en una de aquellas mazmorras de banda el bicho grande y feo, una vez derrotado, dio como botín entre otros objetos una pieza exclusiva para paladín tanque. En el grupo había una humana paladín a la que llamaremos Fulanitalajusta. Ella no jugaba como tanque, sino como sanadora, pero en cualquier momento podría convertirse en tanque con un simple click de talentos, así que esa pieza bien podría ser para ella...

... O al menos es lo que a mí se me pasó por la cabeza. Pero llegó la hora de repartir objetos y el maestro despojador dijo algo así: "Oh, una pieza para paladín tanque. Fulanitalajusta, quédatela tú por si un día tu novio quiere hacer de tanque con tu personaje"...

Tengo que decir, y esto es importante, que dicho maestro despojador sabía que la jugadora era mujer y que nadie pareció escandalizarse por el comentario (aunque es difícil saberlo; los emotes no dan para tanto). Será porque, como todos sabemos, los desarrolladores de videojuegos, en especial de los MMORPG, diseñan a los personajes masculinos y femeninos con características similares a las de los hombres y las mujeres reales para que los jugadores puedan tener, de alguna forma, una experiencia lo más parecida posible a la realidad. Por ello a los personajes femeninos no se les proporciona la destreza mínima necesaria para cumplir con el rol de tanque ni para el enfrentamiento cuerpo a cuerpo en general.

Vaaale, vaaale. Lo último lo he puesto en cursiva para que sonara a cita textual. No, no es verdad eso de que los personajes "mujer" sean más débiles ni nada de eso. Sería una verdadera molestia tener que hacerme personajes masculinos para poder pegarme con bichos en el puñetero juego. ¿Cómo tendría que llamar a esos personajes? ¿OLo-algo? Uf...

En fin, si tan tonta es la idea, ¿por qué a tanta gente le cuesta creer que una jugadora puede llevar a un personaje cuerpo a cuerpo y hacerlo bien? ¿Es que las mujeres pulsamos las teclas flojito y por eso hacemos menos daño con las espadas?

Por suerte a mí estas cosas no me pasan; yo soy una elfa sanadora. Y las mujeres si hay algo que hacen bien es... sanar. Nadie desconfía de nosotras para eso. ¡Sería como desconfiar de una aspirina!

Y para que conste que no soy una elfa feminista paranoica, he aquí el testimonio de otras víctimas.

viernes, 13 de febrero de 2009

Dalaran artística (nimiedades colection 02)

Como lo prometido es deuda no suelo prometer nada; no me gusta estar endeudada... Por eso, tal y como nunca he prometido, os paso un pequeño reportaje fotográfico con pinturas colgadas aquí y allá en Dalaran. Como veis, en la ciudad de los magos abundan los retratos femeninos. ¿Quiénes son estas buenas mujeres? ¿Quién las ha pintado, algún inscriptor famoso? ¿Por qué solo el bodegón con ballena lo he encontrado repetido en establecimientos de la ciudad? ¿Resultaba económico comprar un lote y se asociaron los comerciantes para hacer un pedido?
Demasiadas preguntas sin respuesta. Vale, vale, menos jueguecito y más salir a culturizarse... a un museo o algo así.

Por cierto, ¿sabríais encontrar estas valiosas obras de arte por la ciudad?

jueves, 12 de febrero de 2009

Fantasías con elfas

Volviendo a recordar experiencias de mi juventud, me viene a la mente cierto día en que estaba volando en un grifo-taxi de un sito hacia otro, donde me esperaba alguien para hacer no sé qué, cuando de repente alguien me susurró: "Yo te los caliento". Tuve que pensar un rato para caer en que el susurrante en cuestión intentaba hacer una gracia con el nombre de mi personaje (Olpiesfrios). Necesité un rato, más que nada porque no suelo pensar activamente en mi propio nombre mientras vuelo... Yo le contesté algo así: "Jeje, hem... ¿nos conocemos?", a lo que contestó: "No, acabamos de cruzarnos con el grifo." Y continuó:

—¿De dónde eres?
—De Darnassus, pero vivo en Forjaz por cosas de trabajo.— Esa gracia intentaba ser una bonita y sutil forma de hacerle entender que no quería hablar con un desconocido sobre mi vida "humana", pero...
—Ja, ja. No, yo digo en la vida real.
... Y ahí deduje que era joven, de unos 16 o 17 años. No vi demasiado invonveniente en decirle la verdad, así que lo hice, lo que desencadenó...
—¿Cuántos años tienes?
A eso le contesté sin cortarme; mi edad podía prácticamente doblar la suya, y eso lo disuadiría de continuar con su /flirtear personal.
Sin embargo...
—Yo 16 —(¡Bingo!)— ¿Tienes messenger?

Sí, reconozco que la situación me desbordó un poco. No quería seguir con la conversación, y como respuesta natural e instintiva condicionada por mi género (esto significa: como soy una mujer...) acabé respondiendo con otra evasiva:

—¡Huy! Te dejo, ¿eh? Es que me pegan.
Es que me pegan. En Azeroth, un mundo donde la existencia de tu personaje se basa en pelearte con bichos, significa: "No puedo seguir escribiendo porque estoy luchando contra un monstruo y para eso necesito pulsar teclas". Cualquier jugador lo habría interpretado así, cualquiera excepto quizá alguien cuyas hormonas adolescentes le impidieran ver más allá de su... teclado. Supongo que por eso su reacción fue...

¡¿Cómo?! ¡¿Quién te pega?! ¡¿Voy a ayudarte?!

No recuerdo haberle respondido a eso...

En fin, todos sabemos que el pobre chico solo estaba dando conversación a los jugadores con los que se iba encontrando, que nada habría cambiado si en vez de con mi elfa se hubiera cruzado con mi enana, ni si me hubiera dado por engañarlo y decirle que mi nombre real es Manolo. Si es que las que jugamos a esto nos lo tenemos creído...

martes, 10 de febrero de 2009

Y para muestra una baldosa (nimiedades colection 01)

Existe un conocido método para contabilidad multitudes que consiste en calcular el número de personas que caben en una baldosa y multiplicar después esa cantidad por el número de baldosas incluidas en la estancia en cuestion. Dicho método puede que no sea tan conocido o incluso que ni siquiera exista, pero no por ello es menos digno de mención.

Pues sí, estaba yo el otro día en arrastrándome por el suelo de Cámaras de Piedra después de una monumental muerte en grupo (un jefe, no una secta) cuando me di cuenta: Las baldosas de Azeroth (y también de terrallende) son enormes. Sí, gigantescas. Y no dejo de pensar en la pobre persona, animal o fuego fatuo que las haya tenido que transportar. ¿Creéis que se construyen los edificios con magia? ¿Con ingeniería goblin? ¿Gnómica?

En fin, ahí dejo una pequeña galería de baldosas. Y creedme, hay más ahí fuera.


martes, 3 de febrero de 2009

Una pregunta...

Soy Olpiesfrios, de Minahonda. Nací en Dolanaar, un pueblecito minúsculo de Teldrassil. Mi primer trabajo fue el de herborista-alquimista; elegí esa profesión porque parecía lo obvio para los de mi clase y porque el alquimista fue el primer instructor con el que me topé.

Hacia el nivel 10 me trasladé a Darnassus —ciudad contigua y bonito lugar para pescar— y pronto me acostumbré a vivir cerca de mercaderes, subasta, banco... Nunca volví a Dolanaar.

Crecí recorriendo Kalimdor y los Reinos del este, siempre manteniendo Darnassus como mi hogar; jamás pernocté en una posada fuera de mi ciudad.

Un buen día decidí que la alquimia no era mi profesión; me aburría y no le veía futuro (apenas tenía el 40, hice tantas estupideces...). En ese momento la profesión que estaba captando toda mi atención, a pesar de los prejuicios raciales de la época, era la de ingeniera.

Y así, en búsqueda de la profesión ideal, dejé por fin mi preciado Darnassus rumbo a una ciudad más grande: Forjaz.

Nada más llegar quedé impresionada. ¡Qué ciudad tan grande! El banco junto a la subasta, varias posadas diferentes, buzones repartidos por toda la ciudad, mercaderes ambulantes... y sobretodo, gente de todas las razas y niveles comprando, vendiendo, haciendo duelos o bailando. En mi memoria Darnassus quedaba reducida a un puñado de jóvenes elfos apiñados delante del banco y su buzón, el buzón de la ciudad.
..


Todo esto, por supuesto, solo son mis orígenes, no voy a seguir aburriendoos. Esto, ¿cuál era la pregunta? Ah, que si es verdad que los que jugamos a esto no tenemos vida: Una verdad como una catedral, oiga.